Sri Guru Darshan, 4ta Entrega: Capítulo 3, Indicios de Devoción







3
 Indicios de Devoción


Se describe en el Rāma-carita-mānasa de Tulasī dāsa:

“honahāra vīravān ke hote haiṅ cikne paṭ”

Tal como las hojas de un árbol joven indican cuán alto y fuerte éste será, de la misma manera el carácter de uno durante la niñez da los indicios sobre su futuro.

Incluso antes de que pudiera voltearse, Śrīman Nārāyaṇa (quien de aquí en adelante será referido como Gurudeva o Śrīla Gurudeva) se acostaba en los brazos de su madre y escuchaba las recitaciones sobre el Rāmāyaṇa.  Cuando tenía seis meses, alegremente era llevado sobre los hombros de su padre o de su abuelo a lugares donde se dictaban conferencias religiosas.
Si ellos intentaban irse antes de que concluyese la lectura él se ponía a llorar fuertemente hasta conseguir que ellos decidieran quedarse.  Cuando era un niño, Śrīman Nārāyaṇa se sentaba durante todo el hari-kathā escuchando muy detenidamente y no mostraba señal alguna de hambre o sed.  Cuando aparecía en medio de la congregación, la atmósfera se recargaba con su presencia y cualquiera que lo divisara inmediatamente se llenaba de júbilo.
 Cuando Śrīla Gurudeva tenía alrededor de siete meses, sus padres notaron que si trataban de bañarlo con agua ordinaria, el dulce niño gimoteaba y se rehusaba a tocarla.  No obstante, cuando lo bañaban con agua recolectada del Gaṅgā, él se quedaba satisfecho y feliz.
Él era extremadamente testarudo y no comía ni un bocado de alimento, sin importar cuan tentador fuera, a menos de que fuera prasāda y únicamente después de que la familia le hubiese dado caraṇāmṛta (agua que ha bañado a la Deidad) de su adoración matutina de Lakṣmī-Nārāyaṇa y Śālagrāma.
Tan pronto como su hijo aprendió a hablar, Pandit Tiwārī lo sentó en su regazo y le enseño versos del Bhagavad-gītā, tal como un muchacho aprende el abecé de su maestro.
Él amorosamente le aconsejó a su hijo: “Si memorizas el Gītā, Bhagāvan se sentará en tu corazón.  El consejo de Kṛṣṇa es Su mahā-prasāda (gran misericordia).  Aquel que desee hacer su vida exitosa leerá el Bhagavad-gītā y preservará los versos en su mente.  Donde sea que exista respeto por Kṛṣṇa y su discurso sagrado, ahí no habrá lugar para la miseria, la enfermedad o la ilusión.  Cuidadosamente guarda estos versos en tu corazón y así protege nuestra línea familiar”.
Bajo la tutela de su padre, Gurudeva memorizó fácilmente versos del Bhagavad-gītā y Śrīmad-Bhāgavatam.  Al atardecer luego de estudiar el Gītā, Gurudeva solía caminar con su padre hacia el rio Gaṅges.  Allí juntos adoraban a Ganga Devi con incienso, lámparas de Ghee y flores; después ellos se bañaban y ofrecían oblaciones a sus antepasados. Mientras caminaban de aquí para allá, recitaban el Bhagavad-gītā.  En casa, la madre de Gurudeva le daba caraṇāmṛta y lo alimentaba con prasāda de las Deidades de la familia, Śrī Lakṣmī-Nārāyaṇa.
Śrīla Gurudeva empezó a ir a la escuela cuando tenía cinco años.  Los niños locales naturalmente estaban atraídos hacia él y solían reunirse en su casa ansiosos de acompañarlo a la escuela.  Incluso muchachos de aldeas cercanas venían y se le unían.  Los padres de Gurudeva ofrecían a los niños caranamrta y prasāda y posteriormente Gurudeva los dirigía a la escuela en el poblado vecino de Dalsāgara, alrededor de nueve kilómetros de distancia desde su casa.
El camino atravesaba una arboleda rodeada de campos que se inundaban y eran difíciles de cruzar durante la estación lluviosa.  La escuela primaria en Dalsāgara tenía un cuarto que era la oficina del profesor y un pequeño almacén donde se guardaba la instrumentaría escolar.
Los estudiantes se reunían para sus clases bajo un gran árbol.
El padre de Gurudeva le había dado una pluma de pavo real y tinta hecha en casa para que escribiese.  Los bolígrafos eran poco comunes en esos días y si un muchacho tenía uno, indicaba que provenía de una familia acaudalada.
Cuando el tutor llegó, notó que Gurudeva había estado guiando a sus compañeros en la recitación de las escrituras.  Viendo esto él se dirigió a los niños:
- “¿Por qué no están utilizando su tiempo apropiadamente para repasar sus lecciones escolares?”.  “¿Qué van a aprender por el simple hecho de recitar el Rāmāyaṇa?
-“Rāma nos dará buena inteligencia”, respondió Gurudeva.  “Entonces las lecciones serán fáciles de recordar.  ¿Cómo podemos aprender algo de alguien tan mayor y avanzado como usted?  Usted tiene alrededor de cuarenta o cincuenta años y nosotros somos chicos de apenas cinco años. ¿Cómo podremos entender sus lecturas?  Nosotros no podemos estar a su nivel.  Pero con la ayuda de Rāma, podremos entender sus lecciones”.
 Sorprendido por la audacia de gurudeva el profesor respondió: “Sí, Rāma ciertamente los ayudará”. Poniéndose a pensar en esto el tutor continuó: “Es más yo personalmente voy a recitar los versos junto a ustedes y así tal vez podrán comprender lo que les trato de enseñar”.
Desde ese momento en adelante, cada mañana antes de que la clase empezara, el profesor y los estudiantes recitaban un capítulo del Rāmāyaṇa y posteriormente un capítulo del Bhagavad-gītā. Durante el receso Gurudeva recitaba versos de memoria, inspirando naturalmente a que otros chicos para que se le unieran.  La escuela se había transformado por la influencia de Gurudeva.  Los muchachos lo respetaban y lo seguían como a un líder y pronto se convirtió en el monitor de la clase.  Al concluir las clases por la tarde los chicos acompañaban alegremente a Gurudeva de vuelta a casa.
Una vez en casa, Gurudeva observaba como sus padres servían a las Deidades y participaba en el ārati de la tarde (una ofrenda a las Deidades con incienso, mechitas de Ghee, agua, un pañuelo, flores y un abanico).  La costumbre brahmínica estipula que sin obtener los mantras adecuados durante la iniciación formal no se puede adorar o cocinar para la Deidad.  Por lo tanto, Śrīla Gurudeva simplemente observaba como sus padres adoraban al Señor.  Después del ārati el se sentaba a escuchar a su padre quien solía ofrecer hari-kathā a los pobladores.  Posteriormente honraba el prasādam de las Deidades y tomaba descanso.
Con el transcurrir del tiempo, la casa de los Tiwāris era visitada por un creciente número de personas.  A menudo la gente decía:
“Esta casa posee poderes místicos.  Cuando uno participa del kīrtana en este lugar, uno experimenta una profunda felicidad”.
Sin invitación previa muchas personas visitaban, portando regalos tales como arroz, trigo, frutas o flores; con el sentimiento de que habían ingresado a un templo de Dios.
-“Somos dueños de casa”, decían los padres de Gurudeva: “Aceptar donaciones de otros no es apropiado para nosotros”.
 Śrīla Gurudeva le dijo a sus padres: “Es bueno que todos deseen servir a Bhagavān.  Por favor acepten los regalos y ofrézcanselos como bhoga (alimentos que no están ofrecidos) a Lakṣmī-Nārāyaṇa.  Después distribuyan el mahā-prasāda a todos”.
 Su padre y abuelo empezaron a organizar la distribución diaria de mahā-prasāda a muchas personas.  Gurudeva estaba muy complacido de ver que en su hogar se les daba praśādam a los sādhus así como un lugar para hospedarse.  Durante la mañana él observaba que varios venados, loros, ardillas, palomas y otros animales se reunían afuera de su casa, comían un poco de pasto o granos y después se iban.  Intrigado el corría tras ellos preguntando:
- “¿Dónde están yendo?  ¿Por qué se están yendo?”.
Él entonces decidió preguntar a su abuelo:
- “¿Por qué los animales vienen por períodos tan cortos y después se van?”.
- “Ellos van donde se sienten amados y se quedan ahí con sus amigos y su familia”, respondió Dhyānacandra Tiwārī.
En las tardes cuando los pobladores e invitados se reunían en la casa de los Tiwārī para escuchar la disertación de Paṇḍitajī, Gurudeva también se sentaba y escuchaba.  Desde pequeño le enseñaron a ofrecer respeto a todos los vaiṣṇavas y brāhmaṇas; a cambio ellos lo bendecían afectuosamente para que sea exitoso en su vida.  Al estar atraídos por Gurudeva, los pobladores se reunían alrededor de él y en su compañía crecían sus tendencias devocionales y buen carácter; tal es el poder de la asociación con personas santas.
Los aldeanos regresaban a sus hogares tras la conclusión del servicio nocturno.  Un día, Śrīla Gurudeva le preguntó a su abuelo:
“¿Por qué estas personas no se quedan aquí con nosotros?”.
“No es posible para ellos permanecer aquí para siempre”, explicó pacientemente su abuelo.
“¿Dónde van? Preguntó Gurudeva.
“Ellos regresan a sus hogares con sus familias”, dijo su abuelo.   “Donde sus corazones están atados por el amor”.
-“Pero, ¿nosotros no les caemos bien?”, replicó Gurudeva.
-“Sí, pero esta es la naturaleza de la creación de Dios.  La gente posee mayor afecto por aquellos que tienen relación directa con ellos” respondió su abuelo.
-“¿Quién es Dios?, preguntó Gurudeva”.
-“Rāma es Dios”, asintió el abuelo.
Gurudeva pensativo dijo:
-“Si tenemos amor por Rāma, ¿Será que alguna vez Él nos abandonará? ¿Será que alguna vez nosotros lo abandonaremos?  “Hanumānjī tiene tanto amor por Rāma, es por eso que Rāma nunca lo abandona, ni él abandona a Rāma”. “Deseo tener amor por Rāma tal como Hanumān.  Si tengo un amor verdadero por Rāma, entonces Él vendrá y nunca me abandonará.  Todos los demás que vienen al final se van”.
-“Toda tu familia está aquí contigo”, dijo su abuelo,“¿Por qué te preocupas por los demás?”.
-“No.” observó Gurudeva. “Todos se van y viven por separado”
Desde temprana edad, era bastante evidente el apego de Śrīla Gurudeva por Dios.  Él solía inquirir de sus padres usando preguntas tales como:
-“¿Cómo podemos desarrollar una relación amorosa con Bhagāvan, de tal manera que Él nunca nos abandone?”.
Entendiendo la naturaleza fugaz de las relaciones mundanas, Gurudeva se hizo una promesa: “Un día enseñaré a todos el verdadero significado del amor.  El amor puro no está disponible en este mundo.  La gente  busca amor en todos los seres y objetos, pero ellos no pueden encontrar amor duradero, debido a que todo aquí es temporal, así ellos se mantienen insatisfechos”.
Él escuchó de su padre que aquellos que tienen amor por Dios, naturalmente aman a todas las entidades vivientes, más aquellos que no poseen amor por Dios son crueles y de corazón duro.  Con su barómetro, él examinaba el carácter de todos los que se cruzaban por su camino, pensando:
-“¿Cuándo encontraré un devoto puro de Bhagāvan?
En la búsqueda de tales devotos, Gurudeva solía asistir a discursos sobre el Rāmāyaṇa, Śrīmad-Bhāgavatam y otras escrituras védicas.  Los residentes de Tiwārīpura adoran al Señor Rāma.  Por lo tanto era bastante común en el templo local la realización de recitaciones del Ramayana que duraban todo un día.  En el altar principal del templo se encuentran las deidades de Rāma, Sītā y Lakṣmaṇa, así como las de Rādhā-Kṛṣṇa y Bāla Gopāla.  Una deidad de Hanumān y una Śiva-liṅga también se encuentran en el complejo del templo.  Algunas veces Gurudeva iba a éste templo en la mañana y escuchaba a los sacerdotes brāhmaṇas recitar mantras védicos y de ahí se quedaba para asistir a la lectura del Rāmāyaṇa.
Otros lugares notables donde se desarrollan  programas religiosos en Tiwārīpura son: el templo de Vāmanadeva; los Aśramas de Nārada Ṛṣi, Vaśiṣṭha y Gautama Ṛṣi.
Durante Rāma Navami, los residentes de Tiwārīpura recitaban durante todo el día y noche la narración de los pasatiempos del Señor Rāma escrita por Tulasī Dāsa, mientras ayunaban sin tomar siquiera una gota de agua.  Gurudeva lloraba incesantemente tras escuchar los lamentables pasatiempos del Señor Rāma, tales como cuando el rey Daśaratha estaba en separación de su amado hijo en exilio y lloraba, “¡Hā Rāma! ¡Hā Rāma! ¡Hā Rāma!” antes de abandonar su vida.  O cuando escuchaba acerca de cómo Bharata se fue al bosque para traer de regreso a su hermano mayor, Gurudeva exclamaba:
-“ Cuán grandioso es el amor de Bharata!”
Posteriormente Śrīla Gurudeva preguntó a su abuelo, Dhyānacandra Tiwārī:
-“¿Por qué ayunamos y recitamos todo el Rāmāyaṇa en el cumpleaños de Rāma?
-“Si lo hacemos”, respondió su abuelo.  “Rāma vendrá y estará complacido con nosotros.  Esta es Su puja (adoración).  Los artículos físicos no son el único medio para servir a Bhagavān.  Si uno no recuerda ni acepta en su corazón las glorias de Rāma, Rāma no entrará en su corazón personalmente; así, la conciencia de uno se mantendrá impura”.
-“Entonces ¿por qué no leemos esto diariamente?” preguntó Gurudeva.  “Si lo hacemos, Rāma permanecerá perpetuamente con nosotros”.
-“Es bueno leer todos los días, pero es tan largo que no hay tiempo suficiente”. 
-“¿Por qué no hay tiempo?” preguntó Gurudeva.  “¿No es acaso que todo nuestro tiempo y vida deben ser utilizados para satisfacer a Rāma?”.
“Esto es correcto”, dijo el abuelo.  “Pero se requieren veinticuatro horas para recitar toda la saga. Mejor si te dedicas a memorizar el Sundara-kāṇḍa de Tulasī dāsa.  Esto será muy favorable para ti y no te tomará tanto tiempo”.
Śrīla Gurudeva rápidamente memorizó el Sundara-kāṇḍa y lo solía recitar junto con los versos del Bhagavad-gītā.
Śrīla Gurudeva recordaba el relato heroico del Señor Rāma durante todo el día y durante la noche. Tenía sueños acerca de sus pasatiempos tales como cuando Rāma luchó contra Rāvaṇa.


 Un día durante el amanecer, él tuvo una visión del Señor Rāma junto a Sītā-devī, Lakṣmaṇa y Hanumān descendiendo del cielo sentados en un cisne divino.  Al verlos el corrió hacia ellos y se postró ante los pies del Señor Rāma. En ese momento el Señor Rāma y Sītā-devī bendijeron a Su amado devoto y ascendieron al mundo espiritual, dejando a Śrīla Gurudeva temblando, lleno de sentimientos de separación. 





Fuente: Sri Guru Darshan
Traducción al español: Manjulali dasi

Edición y corrección: Hare Krishna das, Anupam das,  Hari-ras das

Entradas populares