Teísmo puro (por Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura Prabhupāda)



Edición en línea
Año 15, Número 4 - 21 de mayo de 2021

Rayos de El Armonista

Dedicado a nitya-līlā praviṣṭa oṁ viṣṇupāda
Śrī Śrīmad Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja

Inspirado y bajo la guía de nitya-līlā praviṣṭa oṁ viṣṇupāda
Śrī Śrīmad Bhaktivedānta Nārāyaṇa Gosvāmī Mahārāja

Teísmo puro
por Śrīla Bhaktisiddhānta Sarasvatī Ṭhākura Prabhupāda


Entre todas las entidades sintientes que interactúan con este mundo fenomenal, el hombre ocupa la posición suprema, y alberga la esperanza de permanecer en tal posición en el futuro, incluso después de la transmutación de su tabernáculo actual. La cualidad de la racionalidad está asociada al hombre, que alberga la esperanza de utilizar, en la medida de lo posible, su facultad de discriminación de la manera más adecuada.

Sabemos que dependemos de otras entidades racionales para que nuestras propias actividades racionales encuentren un verdadero despliegue. Tal dependencia es un elemento inseparable de nuestro ser. Sin embargo, a pesar de ello, nuestro ego trata incesantemente de disipar todas las incomodidades de la atmósfera mundana obligándonos a ejercer algún poder intrínseco propio.

Todos estamos dotados de sentidos materiales, y éstos no tienen otra predilección que la de asegurar las felicidades en cada transacción. De hecho, cuando examinamos un caso individual, encontramos que el ímpetu por gratificar nuestros sentidos es nuestra principal característica. Esta característica, que se encuentra en muchos de nosotros, a menudo promueve más deseos de buscar nuestra propia gratificación de nuestros compañeros en este mundo. Cuando, en busca de los placeres sensuales, nos ponemos en dificultades y esperamos que los demás vengan en nuestra ayuda, entonces deberíamos, a partir de entonces, hacer algún esfuerzo para contribuir a la armonía social. Sin embargo, si reprimimos nuestra proclividad a invadir a nuestros amigos y compañeros de este mundo, no podemos vivir. Aun así, el mandato social de controlar nuestros sentidos domina todas nuestras decisiones en virtud de nuestra preocupación por los principios cívicos. De ahí que, aunque la autonomía se sienta como un factor deseable para la felicidad en la vida, nos encontremos bastante restringidos en nuestros movimientos.

* * *
Ahora debemos depender del Absoluto para que nos guíe hacia una solución armoniosa de este dilema. La presión de nuestra necesidad de felicidad nos obliga a reflexionar racionalmente sobre los méritos y deméritos de nuestra situación. En esa reflexión racional nos damos cuenta de que todas las representaciones fenoménicas pueden ser rastreadas hasta alguna fuente original. Sin embargo, incluso entonces, nos sentimos insatisfechos con la concepción de que este aspecto demostrativo universal es en sí mismo un refugio sagrado lleno de todos los suministros que necesitamos. Por lo tanto, volvemos a nuestro modo anterior de reflexión racional en un intento de descubrir el tesoro aún oculto detrás de todas las manifestaciones exotéricas.

El manantial esotérico supera perpetuamente las desventajas de la región fenoménica. Por lo tanto, cuando se presenta ante nuestra visión, nos vemos obligados a considerar Su situación: Él es el conocimiento eterno y dichoso, trascendente a todas las regiones de la especulación mental.

Sin embargo, al oír que esta Alma Suprema proclama no incorporar a nadie más que a las almas puras e incontaminadas en medio de Su plano armonioso, podemos agitarnos con las especulaciones subsiguientes de nuestra mente:

"¿Por qué esa Alma Suprema, el principal Objeto Trascendental, no habría de imbuirse de la concepción omnipresente? Es decir, ¿por qué no ha de incluir tanto la no-materia como la materia, tanto la parte como el todo, y por qué no ha de incorporar ambos extremos del continuo de realidades abigarradas?"

Sin embargo, el hecho es que esta misma facultad de nuestra mente para especular también nos llevará a dar crédito a la teoría de que Dios es idéntico a todo, una teoría cuyo rasgo principal es la negación total de todo tipo de fenómenos.

La individuación es un elemento necesario en mí, como lo es en todos. Me parece que las situaciones individuales de todos nosotros son la materia de nuestras actividades recíprocas. Tales situaciones individuales son numerosas, y con sus variadas disposiciones dentro del ámbito de nuestra experiencia actual de la existencia fenoménica, se encuentran arrebatadas. ¿No debería haber algún vínculo subyacente en medio de tal multitud de posiciones? Para conseguirlo, a menudo nos lanzamos a las ideas de la realidad impersonal y de las relatividades disociadas.

Al percibir la unidad absoluta de esta manera, las personas mundanas demuestran la apatía engreída innata en su concepción, que equivale a los celos de la posición del Ser Absoluto. Sólo para apaciguarlos, el Ser Absoluto les presenta entonces Su aspecto de infinitud, que está más allá de todas las designaciones mundanas y restrictivas en términos de tiempo y espacio. De hecho, nuestra perspectiva restringida en relación con el dominio fenomenal no debe imponerse a la Personalidad de un Entero completamente independiente. La Personalidad de la Divinidad debe ser abordada humildemente, no sometida a nuestra inspección sensual, como si fuera un acusado en el tribunal. Debemos aceptar que todas las existencias son, y deben ser, suyas. Este método de acercamiento se conoce como teísmo sin paliativos.




Adaptado de The Gaudiya Volumen 25, Número 10

por el equipo de Rays of The Harmonist


Fuente:https://www.purebhakti.com/resources/harmonist-monthly/51-year-2/1045-unalloyed-theism
Edición y traducción al español: Hari-ras das 



Entradas populares