Sri Guru Darshan: Capítulo 14 (final del primer volumen), "Presagios de su partida"


14
Presagios de su partida

Tras encontrarse con los vaiṣṇavas de la Gauḍīya-sampradāya, el corazón de Śrīla Gurudeva quedó cada vez más atraído al camino trascendental. Él empezó a cantar diariamente un lakh de mahāmantra, (100,000 santos nombres) y perdió todo el gusto por el trabajo y la vida familiar. Al haberse desapegado de la vida material, consideró renunciar a su puesto de inspector de policía y dejar su hogar para unirse al maṭha de Śrīla Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja.
 A menudo recordaba la predicción del yogī en el bosque. Donde sea que iba cantaba los nombres de Gaura-Nitāi y Rādhā-Kṛṣṇa. Mientras esperaba con ansiedad por tener una oportunidad para ir a Navadvīpa, permanecía afanosamente ocupado en sus deberes oficiales.
La oficina central de Śrīla Gurudeva se encontraba en Paṭnā, la capital del estado de Bihar. De ahí él era asignado a varias tareas. Una vez fue anunciado que el virrey británico de Calcuta estaba en camino a la central de Paṭnā para recuperar un archivo importante que era requerido para resolver un caso decisivo en Inglaterra. El caso había sido tratado originalmente en la India, pero ya había sido transferido a Inglaterra.
Todos los oficiales estaban asustados, debido a que era un archivo que tenía ya quince años y no podían encontrarlo. El virrey tenía una reputación de ser despiadado. Él suspendería, quemaría o castigaría a cualquier trabajador del gobierno que cometiera un pequeño error.
 Los oficiales de Paṭnā fueron donde Śrīla Gurudeva buscando ayuda.
-“¡Oh Tiwārījī! Sabemos que usted es un inspector y está ocupado en su campo la mayoría del tiempo, no obstante, por favor ayúdenos a encontrar este archivo extraviado. El virrey está viniendo y seremos castigados si no lo encontramos. ¡Hay incontables archivos en las vitrinas y no tenemos ni una pista de donde pueda estar!”.
 -“El archivo no está en mi departamento” dijo Gurudeva. “¿Cómo podré encontrarlo?”
-“Por favor, simplemente venga y ayúdenos; eso incentivará nuestros espíritus”.
Angustiados y pálidos de la preocupación, los oficiales de policía miraron desesperadamente hacia Gurudeva. En ese momento, Gurudeva estaba cantando en su oficina y dijo:
-“Primero debo completar esta ronda de harināma y entonces vendré”.
Los oficiales consintieron y pronto Gurudeva dejó sus cuentas y entró al gran salón donde los archivos estaban almacenados.
Él le dijo a sus compañeros de trabajo:
-“¿No tienen fe en Bhagavān?; ¿Por qué están asustados y se están escondiendo como ratones en una cueva? Canten conmigo, “Jaya Sītā-Rāma, Jaya Sītā Rāma”.
 Todos empezaron a cantar y orar al Señor Rāma. El virrey debía llegar sin previo aviso, entonces los colegas de Śrīla Gurudeva alegaron:
-“Su amor y fe por Rāma son tan poderosos. Órele a Rāma para que lo ayude a encontrar el archivo. Nosotros seremos suspendidos o incluso enviados a la cárcel, si no podemos encontrarlo. ¡Por favor sálvenos!”
Después de haber sido solicitado persistentemente, Gurudeva aceptó y les aseguró a sus compañeros de trabajo:
-“Encontraré el archivo por el cual están tan preocupados. Cerraré mis ojos y caminaré hacia un armario. Por el poder de Rāma, el primer cajón que abra, así como el primer archivo que toque será el que están buscando”.
Cerrando sus ojos, Gurudeva se dio la vuelta y caminó derecho hacia adelante con un brazo extendido mientras cantaba:
- “Jaya Sītā Rāma, Jaya Sītā Rāma”.
Todos los oficiales caminaron por detrás, cantando junto a él. Cuando llegó a un armario cercano, lo abrió y sacó un archivo. Abrió los ojos y mostró el archivo a los oficiales.
-“¿Es este?” preguntó.
Ellos examinaron el archivo.
-“¡Sí!, ¡Es este!” gritaron en asombro.
Los oficiales estaban extasiados y abrazaron a Gurudeva diciendo:
-“Hemos buscado este archivo por varios días y casi habíamos perdido la esperanza, pero ahora usted nos ha salvado”.
El virrey no tardó en llegar con su escolta. Por miedo, nadie se atrevía a acercarse o a hablar con él. Gurudeva vestía el traje blanco de los oficiales británicos; era alto, fuerte, hermoso y con ojos azules semejante a los occidentales. Debido a su respetable apariencia, los oficiales hindúes le pidieron que presentara el archivo. Él se encontró con el virrey y ellos se estrecharon las manos. El virrey le formuló algunas preguntas y Gurudeva respondió con seguridad.
El virrey observó que Śrīla Gurudeva era inteligente y valiente. Él dijo:
-“He escuchado sobre usted. Los comentarios dicen que usted realiza un buen trabajo”.
El virrey británico le dio un ascenso a Śrīla Gurudeva, convirtiéndolo en uno de los oficiales más importantes de Bengal, Bihar y Odisha.
Desanimado, Gurudeva pensó: “No deseo ningún ascenso que venga de extranjeros que controlan mi país”.
En ese momento, Gāndhī y Subhash Candra Bose estaban sublevados contra el imperialismo británico. La gente de toda India estaba agitada. Gāndhī inició un boicot en el comercio de la sal y de la ropa británica. Los hindúes de todo el país se rehusaban a utilizar bienes controlados por los británicos. Ellos tomaban sal directamente del océano o de las cuevas y vestían únicamente ropas de algodón que ellos mismo hacían, utilizando el sistema tradicional de telar hindú.
Poco después de obtener el ascenso, le ordenaron a Śrīla Gurudeva que fuera de incógnito a descubrir un grupo de hindúes rebeldes que estaban usando la guerrillas para atacar a los soldados británicos y a las edificaciones gubernamentales. El superintendente de Gurudeva le dio los detalles del caso y le dijo:
-“Encuentre el paradero de esos terroristas. Cuando encuentre donde están localizados, repórtenos y nosotros enviaremos oficiales para arrestarlos”.
 Śrīla Gurudeva no estaba interesado en actuar en contra de la gente de su propio país, así que por dentro decidió que no participaría en esta incursión, incluso si esto generaba que lo arrestaran. Auto determinado, permaneció en casa por una semana, orándole a Kṛṣṇa y a Rāma para liberarse de los enredos materiales. El desapego por la vida material, había despertado en su corazón, después de su encuentro con los Gauḍīya Vaiṣṇavas.
Gurudeva regresó a la central de policía, después de sus siete días de ausencia, deseando renunciar a su puesto como inspector y anticipando un castigo. Para su sorpresa, el teniente lo felicitó:
-“Buen trabajo, la operación ha sido un éxito y los criminales están detenidos”.
Intrigado al escuchar esto, Gurudeva respondió:
-“En realidad he venido para entregar mis papeles de renuncia”.
El teniente rió asombrado:
-“¿Por qué desea renunciar? Usted realiza tan bien su trabajo. Usted es muy valioso para la fuerza policial. No aceptaré su renuncia”.
Śrīla Gurudeva meditó en la maravillosa naturaleza de la obra divina y consideró este milagro como una señal más de que debía dejar sus deberes materiales y dedicar su vida al servicio de Bhagavān. En el Gītā (9.22), Kṛṣṇa dice: “Para aquellos que están siempre absortos en pensamientos sobre Mí y quienes Me adoran con una devoción fija, Yo Mismo cargo con sus necesidades y preservo lo que tienen”.
Ya que la administración británica no aceptaría su renuncia, Śrīla Gurudeva continuó ocupándose en sus deberes de inspector, viajando en misiones en Bihar, Bengal y Odisha. Mientras tanto, las visitas a sus familiares disminuyeron y los miembros de su familia se abatieron.
Gurudeva realizaba sus deberes cuidadosamente, sin embargo, su mente estaba siempre absorta en Gaura-Nitāi y Navadvīpa. Su gusto por el Rāmāyaṇa había disminuido y su deseo por leer sobre la vida de Caitanya Mahāprabhu incrementó. Era como si Caitanya Mahāprabhu y Nityānanda Prabhu lo estuvieran jalando hacia Navadvīpa-dhāma diciendo:
-“¿Por qué estás todavía en casa? Ven, ven pronto”.
En una visita a Tiwārīpura, Gurudeva se encontró con un mendigo Gauḍīya Vaiṣṇava de Vṛndāvana. Gurudeva habló con él sobre Mahāprabhu y le reveló su deseo de leer sobre Su vida. El Vaiṣṇava le mostró una colección de cinco libros en Hindi sobre la vida de Mahāprabhu, llamado Caitanya-līlāmṛta-laharī y se la ofreció a Gurudeva. Gurudeva estaba eufórico y dio una gran donación al vaiṣṇava por los libros. Complacido con la sinceridad de Gurudeva y por su tendencia al servicio, el vaiṣṇava lo invitó a Vṛndāvana antes de partir en su viaje misionero.
Unos días después, llegó una carta redactada en inglés para Śrīla Gurudeva de Śrīla Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja. La carta decía:
-“Querido Nārāyaṇa”.
Asombrado Śrīla Gurudeva pensó:
-“¿Él me ha llamado querido?”. Así estudió la carta, saboreando cada palabra de su contenido.
 En su respuesta se dirigió a Śrīla Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja como:
-“Querido Gurudeva”.
Al leer esto, Ācārya Kesarī también estaba sorprendido: “¡Me está llamando Gurudeva!”. Entonces le envió una respuesta con una invitación para que viniera al Navadvipa-dhāma parikramā (peregrinaje anual del área de Navadvipa en la semana previa al advenimiento de Mahāprabhu).
Gurudeva pensó: “¡Ay! ¿Cómo puedo partir? El gobierno no me lo permitirá”. Era 1946 y la India estaba en una revuelta revolucionaria y dividida debido a que se había lacerado a sí misma por siglos de régimen británico. Śrīla Gurudeva estaba angustiado porque mientras profundas divisiones se repartían por toda la India, ese mismo gobierno británico que estaba protegido de brazos cruzados detrás de su estructura real, le estaba ordenando ahora que frustrara la sublevación.
Con un peso en el corazón, Gurudeva pidió permiso del trabajo y regresó a casa. Su familia estaba preocupada:
-“¿Qué pasará con nosotros si Śrīman Nārāyaṇa desobedece al gobierno?”.
Pero Dhyānacandra Tiwārī, complacido con su nieto dijo:
-“¿De qué vale luchar en contra de nuestro propio país? Sería mejor unirse a la revolución y morir por una buena causa, que defender principios atroces”.
 El superior de Śrīla Gurudeva vino a Tiwārīpur y le suplicó que regresara a trabajar, ofreciéndole un mejor puesto y mejor paga. Gurudeva dijo que lo consideraría. No obstante, en su corazón, él estaba contemplando la mejor manera de escapar al enredo material y le oró a Mahāprabhu por la liberación.
Para su deleite, llegó un mensaje de Ācārya Kesarī diciendo:
-“Mi querido Nārāyaṇa TiwarÈjÈ, ¿Por qué está apegado al saṁsāra? ¿Aún piensa que puede traerle alguna felicidad?; ¿Puede alguno de sus familiares o de sus riquezas ir con usted al momento de la muerte? Nosotros estamos preocupados por usted. Rápidamente deje todo y venga a Navadvīpa”.
Una vez, Rūpa Gosvāmī escribió una carta a su hermano prisionero, Sanātana Gosvāmī, alentándolo a que dejara Rāmakeli para ir a Vṛndāvana. En la carta escribió:


yadu-pateḥ kva gatā mathurā-purī
raghu-pateḥ kva gatottara-kośalā
iti vicintya kurusva manaḥ sthiraṁ
na sad idaṁ jagad ity avadhāraya
Śrī Caitanya Caritāmṛta, Madhya-līlā 20.3
-“¿Dónde se ha ido el Yadupati de Mathurā-purī?; ¿Dónde está ahora el Raghupati de Kośalā del Norte? Mediante la reflexión, vuelve la mente estable, este mundo no permanecerá para siempre”.

Rūpa Gosvāmī dijo:
-“Cuánto tiempo más permanecerás en esta condición, este mundo no permanecerá para siempre”.
De la misma manera, Ācārya Kesarī le escribió a Gurudeva llamándolo a Navadvīpa. Él incluyó los siguientes dos versos:

nityārtidena vittena
durlabhenātma-mṛtyunā
gṛhāpatyāpta-paśubhiḥ
kā prītiḥ sādhitaiś calaiḥ
Śrīmad-Bhāgavatam 11.3.19
“La riqueza es una fuente de tristeza sin fin; es un reto el obtenerla y es esencialmente la muerte para el alma. ¿Qué satisfacción real puede uno ganar de su riqueza?. De la misma manera: ¿Cómo puede uno alcanzar la felicidad duradera o definitiva de los así llamados, casa, hijos, parientes y animales domésticos, los cuales son mantenidos por el dinero que uno mismo gana tan difícilmente?”

nāsato vidyate bhāvo
nābhāvo vidyate sataḥ
ubhayor api dṛṣṭo ‘ntas
tv anayos tattva-darśibhiḥ
Bhagavad-gītā 2.16
“Aquello que está sujeto al cambio no es eterno ni es real en última instancia. Aquello que es real, no es temporal ni está sujeto al cambio. Los conocedores de la verdad han llegado a esta conclusión por medio de profundas reflexiones en estos temas”.
Al leer la carta, Śrīla Gurudeva estaba atraído por el evidente afecto de Śrīla Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja. Él se determinó en renunciar y dejar su hogar. Era el otoño de 1946. Śrīla Gurudeva consideró:
-“Estoy haciendo todo este servicio para el gobierno, pero no tiene ningún valor real. Distribuiré el amor por Dios por todo el mundo. En casa simplemente sirvo a unos cuantos miembros de la familia, pero en el āśrama seré capaz de servir a toda la gente al darles los medios para alcanzar la bienaventuranza suprema”.
Los huérfanos sufren debido a que no hay nadie que cuide de ellos. Dios es el padre amoroso de todas las almas, pero nosotros Lo hemos olvidado y así hemos caído bajo el dominio de la ilusión; así buscamos felicidad en relaciones temporales con otras almas condicionadas. Este tipo de felicidad en última instancia es inútil. El amor verdadero y la felicidad únicamente están presentes en Dios.
Śrīla Gurudeva sabía esta verdad desde su infancia. Después de haber divisado sādhus difundiendo el amor puro al mundo entero, él estaba muy feliz y se llenó de anhelo por unirse a su misión. Los sādhus puros no se limitan a distribuir alimentos, medicamento o ropa, ya que estos son en realidad temporales. Ellos dan el alimento para el alma; el amor puro por Dios.
Esa noche el soñó con Nityānanda Prabhu, quien tomó su mano y dijo:
-“No te preocupes. No tendrás más obstáculos. Ven conmigo. No permanezcas aquí por más tiempo”.
Al día siguiente, Śrīla Gurudeva fue directamente a la central de la policía y pidió ser retirado de su servicio gubernamental.
-“¿Por qué desea retirarse?” preguntó el superintendente. “Tiene un gran futuro frente a usted. Usted es uno de los mejores oficiales de Bihar”.
-“Me dedicaré a otro negocio” respondió Śrīla Gurudeva.
-“¿Qué tipo de negocio está planeando?” replicó la autoridad.
-“Un negocio de ganancia pura” dijo Gurudeva.
El superintendente estaba impresionado ante la determinación del joven a escapar de su elevado puesto. Él no deseaba dejarlo ir, pero consideró que si Nārāyaṇa Tiwārī estaba tan decidido a partir, forzarlo a que permaneciera a bordo, solo generaría una displicente disminución en sus deberes. Es así que después de repetidas peticiones, Śrīla Gurudeva fue finalmente destituido de su lealtad al régimen.
Comprendiendo las bendiciones que había recibido de Kṛṣṇa, Gurudeva dejó felizmente su elevado puesto del gobierno y regresó a Tiwārīpura por unos cuantos días, diciéndole a su familia que tenía permiso de ausencia. Diariamente consideraba renunciar a su hogar y unirse a la misión de Śrīla Bhakti Prajñāna Keśava Gosvāmī Mahārāja.
Una mañana del invierno de 1946, Śrīla Gurudeva abandonó su hogar y caminó por la carretera en dirección a la estación de trenes de Buxar. Se sentó bajo un árbol a un kilómetro de distancia de su hogar y consideró si debía dejar inmediatamente su hogar o no. Indeciso, caminó de vuelta a casa y continuó el día como de costumbre.
 Él continuó con la misma rutina por unos cuantos días más, hasta que una mañana, mientras estaba sentado bajo el árbol en la oscuridad de la noche que empezaba a disiparse, escuchó una voz desde el cielo que dijo:
-“Esta es su última prueba. Si usted parte ahora por el bhagavad-bhajana nunca regresará. Pero si permanece por más tiempo, nunca escapará a las ataduras de la vida familiar”.
Gurudeva miró a los alrededores. Estaba solo. Se levantó con seguridad y caminó a la estación de trenes de Buxar, donde se encontró con un amigo que trabajaba ahí.
-“Tiwārīji, ¿Qué está haciendo?” preguntó su amigo.
-“No se preocupe, hermano. Tengo un trabajo importante que atender”.
Después de comprar el boleto, Gurudeva envió una carta a su padre desde la oficina de correos local y a continuación abordó el tren a Navadvīpa-dhāma.
Los Tiwārīs buscaron ansiosamente a Śrīman Nārāyaṇa, cuando en la mañana ellos notaron su ausencia sin justificación alguna. Más tarde ese día, al recibir la carta de Gurudeva, toda la familia se reunió para escuchar su contenido. Paṇḍita Tiwārījé empezó a leer en voz alta:
-“Querido padre, humildemente ofrezco mis praṇāms. He abandonado el hogar por el bhagavad-bhajana. Por favor no se esfuercen por encontrarme”.
La voz de Paṇḍita Tiwārīji se quebró y Lakñmé-devé sollozó en dolor. Con dificultad, Paëòita Tiwārījé se compuso y continuó leyendo.
-“Hay muchos hermanos que servirán el hogar. Si uno parte para buscar a Bhagavān, ¿Cuál es el daño o falta? Transmite mis profundas lamentaciones y disculpas a mi madre y a la familia por las angustias causadas en sus vidas. Amablemente perdónenme”.
 Paṇḍita Tiwārīji depositó la carta y se hundió en el suelo. Alrededor de él, las mujeres de la familia lloraban en desesperación, mientras que los hombres permanecían en un silencio atónito. Śrīla Gurudeva era la luz de su hogar. Las noticias se expandieron rápidamente por toda Tiwārīpura, los poblados vecinos y en el lugar de trabajo de Gurudeva. Todo el mundo estaba asombrado y no podían creer que un brāhmaṇa de gran categoría, con una gran propiedad y una familia renombrada; campeón estatal en los deportes y oficial de alto rango, dejaría alguna vez su vida material. Él lo tenía todo, aun así lo dejó sin una pizca de apego.


Fin de la Primera Parte del Volumen Uno, Śrī Guru Darśana



Fuente: Sri Guru Darshan

Traducción al español: Manjulali dasi
Edición y corrección: Hare Krishna das, Anupam das,  Hari-ras da

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