"¡Tienes que ayudarme, Satch!": La transformación de Richard Dixon - Por Steven J. Rosen (Satyaraja Dasa)



EN MEMORIA DE MI MUY QUERIDO AMIGO SRILA NARAYAN MAHARAJA

Cuando mi amigo Marino y yo nos unimos al ashram de  ISKCON en Nueva York a fines de 1972, trajimos toda una troupe de personajes interesantes con nosotros. No todos ellos se lo tomaban tan en serio como lo tomábamos nosotros – algunos venían de visita regularmente, a cantar y leer los libros de Srila Prabhupada. Richard Dixon, un amigo íntimo de Marino, era uno de esos pocos elegidos. Él nos visitaba regularmente pero nunca pudo compromoterse de verdad al yoga de la Consciencia de Krsna. En un momento, él se mudó al ashram de Iskcon en Puerto Rico; su ocupación allí, de todas maneras, fue breve, durando unas pocas semanas como mucho.

Pasaron los años y él terminó casándose y teniendo una bebita llamada Tara. La familia se volvió asidua visitante del templo y la Consciencia de  Krishna se volvió parte de sus vidas. Luego, hacia finales del año 1997, Richard se enteró que tenía una forma de cáncer terminal. El futuro no parecía muy brillante y los médicos le dejaron en claro que él no tendría mucho tiempo más para vivir.

En ese entonces, él y yo teníamos muchos intercambios sobre lo inevitable de la muerte y él me confió que su único arrepentimiento en la vida era no haber sido iniciado formalmente y por ende no estar vinculado apropiadamente al Sampradaya (un linaje genuino). Él dijo que si yo podía solucionarle ésto, él seguiría estrictamente los principios del Bhakti-yoga hasta que se muriera y que, a pesar de su pasado con altibajos, él no me decepcionaría.

A pesar de que él creía firmemente en la filosofía de la Consciencia de Krishna, él nunca había podido seguir la mayor parte de las reglas en la práctica y se pasó mucho tiempo al márgen del movimiento. Por esta causa, él nunca desarrolló una relación con los devotos mayores de ISKCON y los gurus del movimiento no tenían idea quién era él. Aún así, él estaba determinado y me dejó con las palabras, “Tienes que ayudarme, Satch!”

Me encontré frente a un dilema: mi amigo de toda la vida quería hacer lo correcto antes de morirse – él quería comprometerse con el proceso de la Consciencia de Krishna y tomar iniciación de un auténtico maestro spiritual (una parte importante de la práctica). Sin embargo, conociendo el estándar de ISKCON con respecto a la iniciación y sabiendo también de la distancia entre Richard y los líderes del movimiento, no sabía a dónde  recurrir.

Mi primera reacción fue llamar a mi amigo íntimo Dhanurdhar Swami y preguntarle sobre la iniciación de Richard. Después de explicarle toda la situación, él se compadeció por la situación tan apremiante de Richard pero sintió que yo debería acercarme a otros devotos capacitados. Después de todo, el GBC había revocado temporalmente su autoridad para iniciar (una historia larga en sí misma) y entonces él me insistió en que buscara por otro lado.

Comencé a sentir que el propio Richard debería tomar esa decisión y como su condición estaba empeorando a un ritmo muy veloz, decidí hablar con él largo y tendido sobre las varias posibilidades. Mientras hablábamos sobre sus opciones de guru, él expresó dudas sobre formalizar una relación que nunca existió – no había tenido un intercambio real con los líderes de  ISKCON -- y sentía que no sería realista tomar iniciación de una persona a la cual él no conocía, o que no lo conocía a él.

“Además,” dijo, “yo conozco sus requerimientos para iniciación – no van a querer iniciarme.” No obstante, habían varios (maestros) que estaba considerando – líderes de ISKCON -  en los cuales él parecía tener mucha fé. Pero en el transcurso de la conversación, cuando surgió el nombre de Srila Narayana Maharaja sus ojos se abrieron bien: “Sí, él era el amigo, muy muy íntimo de  Srila Prabhupada. Y él es un santo de Vrindavan. Lo quiero a él. Puedes encargarte de eso, Satch?” No le importó a él que en realidad él no lo conocía a Narayana Maharaja o que Narayana Maharaja no lo conocía a él – él estaba simplemente atraído hacia la santidad del swami y hacia su cercanía a Prabhupada. Él estaba dispuesto a concretarlo.

Por el arreglo divino de Krishna, Srila Narayana Maharaja estaba planificando venir a Nueva York el fin de semana siguiente (!). Ésto en sí mismo es algo milagroso, ya que él no venía a NY tan seguido. Y como Maharaja y yo habíamos tenido un intercambio de correspondencia seguido y una relación amistosa, yo sabía que yo podría, posiblemente, encontrarme con él y arreglar su iniciación.

Como una persona respetuosa de ISKCON, yo terminé sintiendo emociones ambiguas. Por un lado, Narayana Maharaja era una opción excelente, un devoto puro que podría llevar a sus discípulos de vuelta al hogar, de vuelta a Dios. Pero por el otro lado, yo tenía que considerar mi fidelidad hacia al movimiento de Prabhupada. ¿Qué tenía que hacer? Decidí que, como parte de un movimiento, yo no podía tomar una decisión unilateral. Pero el tiempo estaba pasando rápido y  el tiempo de Richard estaba terminándose. Así que consulté de inmediato a dos devotos líderes de ISKCON con los cuales tenía una relación bastante cercana. Para mi sorpresa, ellos dos me afirmaron que yo debería seguir con el arreglo de la iniciación, si era posible. Ellos decían que la mayoría de los desacuerdos que tenía ISKCON con Narayana Maharaja estaba focalizado en diferencias políticas y a nivel de organización y que ya que Richard se estaba muriendo, y éste era su pedido final, ¿por qué no tratar de cumplirlo?

Mi camino era claro: ese sábado, 6 de junio de  1998, entré al edificio en Lower Eastside en Nueva York en donde se estaba hospedando Srila Narayana Maharaja. Fue un reencuentro maravilloso. Hablamos de nuestro proyecto de libro, que nunca se materializó – íbamos a escribir un libro de preguntas y respuestas juntos, en donde yo le pediría que elaborara detalles esotéricos sobre la tradición de la Gaudiya Vaishnava, pero como él solía pasar su tiempo en Braj y yo en Nueva York, acordamos que en realidad era impráctico hacer esto a través del correo – y hablamos también de muchas otras cosas. Gradualmente le conté sobre el deseo de Richard.

Su primera sugerencia fue que yo mismo iniciara a Richard. Pero yo le dije que era claro que yo no estaba capacitado para ser el guru de nadie, muchos menos de alguien con el cual yo tenía una amistad de igual a igual. Él no estuvo de acuerdo. Nos reímos un poco y hablamos de la importancia de Guru Tattva, y de cómo todos los devotos deberían, tarde o temprano, convertirse en gurus. Él me insistió en que yo lo hiciera. Pero yo le dije en forma clara: Yo realmente no puedo iniciar en este momento. Él me miró un poco severamente y luego se rió “Ya sé lo que tengo que hacer,” dijo sonriendo. “Y lo haré. Con gran compasión, él me dijo que él no tenía intenciones de iniciar mientras estuviera en Nueva York pero que lo haría porque yo le estaba pidiendo. Me dijo que lo tomaría como servicio, ya que yo le estaba pidiendo. “Trae al chico mañana,” dijo.

Por ese entonces, Richard estaba parcialmente paralizado a causa del cáncer que ya había invadido su columna vertebral y su sistema nervioso. A pesar de ésto, Richard, ayudado por su esposa Maria y su hermano Joseph, llegó y fuimos juntos a ver a Srila Narayana Maharaja. Mientras entrábamos, Maharaja estaba dando clase pero me saludó igual de manera cálida y afectuosa, como hizo siempre. Me hizo gestos de que debíamos pasar y entonces escuchamos el resto de la clase. Luego, una vez terminada, él les pidió a todos que se retiraran. En ese momento le presenté a Richard, Maria y Joseph. Él humildemente le pidió a Joseph que se quedara en la sala de al lado ya que ésta sería una ceremonia particularmente confidencial. Joseph dijo que entendía y se retiró.

En la sala ahora estábamos solamente Maharaja, yo, Richard y Maria, y también Naveen Krishna, el asistente altamente capacitado de Maharaja (ahora Madhava Maharaja), esperando a un costado. Maharaja hizo señas como que deberíamos sentarnos con él,  enfrentando al nuevo iniciado. Él les preguntó en forma amistosa algunas cosas de índole personal y concluyó la conversación diciéndoles que él ahora era su padre y ellos eran sus hijos. (Maria, la esposa de Richard, inesperadamente se iniciaría también!) Él explicó el Maha-mantra en gran detalle. Para resumirlo, él dijo que cualquiera que robe puede ser llamado “Hari,” pero que el ladrón más grande es Dios – porque Él puede robarle el corazón a cualquiera. Pero que más grande que Él es Radhika, porque Ella puede robarle el corazón a Él. De esta manera, él describió los varios niveles de comprensión del Maha-mantra. Él se la pasaba mirándome, sentado sobre un almohadón justo al lado de él, centímetros al lado, ofreciéndome agregar algo a la charla. Pero no hubo necesidad.

Él dijo que ellos deberían cantar con total atención. Que ellos deberían verse a sí mismos como si estuvieran atrapados en un pozo, dijo él, como si estuvieran metidos en un agujero bien hondo en la tierra. Hay gente muy bien intencionada ahí arriba en la superficie, y ellos deberían cantar como si ellos estuvieran llamando a esta gente, que son su única esperanza para sacarlos de este pozo profundo y oscuro que es la vida material. Ellos deberían cantar así incesantemente, insistió, y los alentó a cantar tantas rondas como les fuera posible. Él dijo que sesenta y cuatro o treinta y dos rondas quizás no eran factibles, pero que deberían cantar tantas veces como pudieran, quizás dieciseis, ocho, o cuatro, de acuerdo con su capacidad. Pero que deberían ser reguladas.

Él también les dio el Gopal mantra confidencial—a pesar de que les aseguró de que al hacer eso, él no les estaba dando segunda iniciación – y les dijo que lo cantaran a la mañana y a la tarde y cuando ofrecieran comida (que, dijo él, podía ser ofrecida a Prabhupada, ya que ellos estaban entrenados en la Consciencia de Krishna a través de ISKCON). Él dijo que a causa de la condición de Richard tal vez él no los viera de nuevo – por eso quería darles este mantra poderoso para ayudarlos en su vida espiritual. Luego él tomó sus manos, con mi ayuda, y personalmente les mostró cómo cantar el mantra más esotérico en sus dedos. Cuando él vio el estado grave de la parálisis de Richard y que no podía usar sus dedos de la manera apropiada, Maharaja compasivamente dijo, “No importa, tú puedes cantarlo simplemente sin tus dedos, o puedes aún repetir el mantra mentalmente.”

Él se pasó mucho tiempo con ellos y les dijo que me consulten a mí si tenían preguntas. Luego él se dirigió a mí y me pidió que los cuidara y les diera guía espiritual en sus vidas. Él también les pidió que evitaran toda clase de problemas políticos o controversiales, y que trabajaran con ISKCON y que fueran felices en la Consciencia de Krishna. A lo largo de su conversación, él les repitió varias veces a ellos: “Entonces, están felices? Sino, por favor sean felices”. Su preocupación era genuina y pura.

Richard fue nombrado “Radhe Shyam Dasa,” y Maria “Madhuri Devi Dasi.” Con una apreciación muy intensa (Radhe Shyam Prabhu estaba llorando en forma visible), ellos se fueron. Fue una iniciación muy personal y muy reconfortante. Yo me quedé para preguntar más cosas sobre nuestro Sampradaya y esta vez, de nuevo, Maharaja me pidió que por favor los guiara de parte de él.

Los días que siguieron fueron duros. Pero Radhe Shyam era un hombre energizado. Él tenía las dos virtudes gemelas de determinación personal y de guru-krpa – la misericordia de un auténtico maestro espiritual. Estaba claro para mí que Narayana Maharaja había entrado en su vida y lo había preparado para enfrentar lo que vendría. Mientras él pasaba períodos de quimioterapia y radiación, su condición emperó y él sufrió efectos secundarios horribles. Pero Krishna continuó haciendo un arreglo tras otro en su vida. Si miramos hacia atrás, es realmente asombroso: Él quiso iniciarse por Narayana Maharaja y Maharaja justo estaba en la ciudad ese fin de semana (a pesar de que, otra vez, él raramente venía a Nueva York). Y Radhe Shyam pudo asistir a la iniciación porque él podía caminar aún. Uno o dos días después de la ceremonia, él fue confinado a una silla de ruedas. Ese fin de semana siguiente, yo le pedí que viniera a ver al Señor Jagannatha en el Ratha-yatra de Nueva York. Él pudo venir y verlo al Señor y, justo después, estuvo postrado en su cama.

Le pedí que convirtiera su cuarto en Vrindavan. Hizo ésto al pasar una cinta de Srila Prabhupada cantando el Maha-mantra constántemente y al tener a su mujer y amigos poniendo imágenes de  Radha-Krishna, el Señor Chaitanya y Srila Prabhupada por toda su habitación. También tenía dos fotos de Narayana Maharaja que yo le había dado, muy cerca en todo momento. Cada vez que yo entraba en ese cuarto, me quedaba asombrado de cómo su atmósfera era reminiscente del humor de Braj. 

La determinación de Radhe Shyam de permanecer consciente de Krishna en ese momento era extraordinaria. Más allá de su dificultad para hablar, él cantaría con la cinta de fondo todas las veces que le eran posibles. Yo llevé a muchos devotos líderes de ISKCON para que se fusionaran en un kirtan con él. Romapada Swami y su discípulo Govinda, Dhanurdhar Swami, Sridhara Swami (ahora fallecido), Vaiyasaki Prabhu (el famoso kirtanista), Ramabhadra Prabhu (el presidente del templo en Nueva York), Narada-rishi Prabhu, Hladini-shakti Prabhu, y muchos otros devotos estaban allí también. Cada vez que Radhe Shyam intentaba cantar junto a ellos en  kirtan, los devotos le decían que él solamente necesitaba escuchar, que si era demasiado doloroso cantar, que él simplemente escuchara. Pero no. Como Haridasa Thakura, él se la pasaba intentando cantar, a pesar de que el dolor era bastante intenso. Así era su determinación.

Otro milagro: Por ese entonces, en el templo de ISKCON en Nueva York, se estaba quedando una devota enfermera, Shaibya, a quien le habían dado permiso para ir a su casa y cuidar de él durante sus días finales. Ella le administró medicación para el dolor y le hizo más fácil el respirar. Los varios devotos presentes se tomaban turnos para leerle el Bhagavad-gita, el Srimad Bhagavatam y el Libro de Krsna de Srila Prabhupada. Como el cáncer estaba en su médula espinal, los doctores eligieron una medicación que detiene el dolor en esa área en particular, no el cerebro (como muchas otras drogas para el dolor). Ésto lo habilitó para permanecer totalmente consciente y en forma periódica él reaccionaba a las lecturas o al kirtan.

Durante sus últimos días, él no quiso que nadie que no fuera Vaishnava entrara en su habitación (aunque parece que yo fui la excepción). Los miembros de su familia podían entrar pero, por ese entonces ellos ya estaban cantando y escuchando Krishna-katha. Todos a su alrededor fueron transformados para mejor. Pero su transformación fue la mejor. Él se había vuelto 100% determinado en focalizarse en Krishna durante estos momentos cruciales, y así lo hizo. El 28 de junio de 1998, Marino, Madhuri y Shaibya lo estaban mirando desde cerca mientras él tomó su último respiro, mientras estaba concentrado en las dos fotos de Srila Narayana Maharaja, su Gurudeva. Madhuri justo le había puesto una hoja de tulasi en su lengua y él regresó a Krishna, muy probablemente en Bhauma-Vrindavan.

Fuente: http://www.facebook.com/note.php?note_id=10150130017836180&id=1049659481
Traducción: Damodar Priya dasi

Nota del Editor: Steven J. Rosen (Satyaraja Dasa) es un aclamado escritor que ha dedicado su vida a la presentación de la tradición y filosofía gaudiya vaishnava. Se distinguen entre sus más populares libros: "The hidden Glory of India", "Jedi in the Lotus", es co-editor de la revista Back to Godhead y Editor de la revista Journal of Vaisnava Studies.
http://www.arktos.com/our-authors/steven-j-rosen.html

Entradas populares