3º Capítulo del Libro Srila Gurudeva El Tesoro Supremo Volumen II: Debo hacer bhajana




Debo hacer bhajana

Un devoto puro como Śrīla Gurudeva no tiene que preocuparse por las necesidades de la vida, pero en su naravat-līlā, sus pasatiempos en su forma humana, él nos da el ejemplo. Cualquier cosa que él haga, es hecha para el beneficio de todos. En el Volumen I de esta biografía,  hay una historia increíble que explica qué disparó en la vida de Śrīla Gurudeva, cuando él era un adulto joven sirviendo en el departamento de policía, su decisión de renunciar al mundo material. Para entonces, la identidad real de Śrīla Gurudeva permanecía oculta aún, y él era conocido como Śrīman Nārāyaṇa Prabhu, un hombre de familia que trabajaba en el departamento de policía. Śrīla Gurudeva describió este incidente muchas veces a los devotos, y decía que esto fue lo que lo hizo renunciar y dedicar su vida al bhajana. Él solía narrar esta historia cuando les predicaba a los devotos que se ocuparan en bhajana con determinación que Kṛṣṇa los mantendría. Ahora, voy a describir este episodio más profundamente ya que es una prueba maravillosa de que Śrīla Gurudeva es un devoto puro, siempre protegido por Śrī Kṛṣṇa. Con consistencia y humildad dignas de elogio, en lugar de usar su vida como ejemplo, Śrīla Gurudeva solía describir los hechos tal como yo los narré en el primer volumen; pero lo que le ocurrió a “su amigo” en el departamento de policía es de hecho lo que le ocurrió nada más ni nada menos que a Śrīman Nārāyaṇa Prabhu mismo. Narraré a continuación el milagroso incidente. 
Una noche, Śrīman Nārāyaṇa Prabhu debía trabajar en el turno nocturno, de 10 PM a 6 AM. Más temprano ese día, después del almuerzo, él estaba pensando, “Todavía no es hora de entrar en servicio; así que, puedo cantar algunas rondas por un rato y después ir a la oficina por la noche.” Pero él se absorbió tanto en cantar harināma que se olvidó de la hora y de sus deberes laborales hasta las primeras horas de la mañana siguiente. Viendo que solo le quedaba media hora para que terminase su turno, se preocupó mucho. Cuando llegó a la estación de policía, le dijo a su colega, “Tal vez mi oficial superior registró mi ausencia en el libro de asistencias. Y seguramente debe haberse enojado mucho por mi tardanza e irregularidad”.
Sus colegas oficiales estaban sorprendidos, “¿Qué está diciendo, Sr. Tivariji? Usted hizo tantas cosas durante la noche. Su oficial superior ha quedado muy complacido. ¡Vamos, amigo! ¡¿Cómo puede decir que no estuvo aquí?! Vea, aquí es donde usted firmó…”
Completamente asombrado, Śrīman Nārāyaṇa Prabhu dijo, “¡¿Qué?! ¡¿Vine a la oficina y estuve tan ocupado en mi trabajo que mi oficial se puso muy contento?!”
Sus amigos lo miraron y le contestaron, “Sí. Por lo tanto, en el libro de registros, su oficial lo promovió a un rango superior”.
Śrīman Nārāyaṇa Prabhu no podía creer lo que estaba oyendo. Se fijó en el libro de asistencias y vio que su oficial superior había escrito al lado de su nombre, “Altamente recomendado para promoción.” Él entonces pudo entender lo que había sucedido. El Señor Mismo vino, asumió su forma y ejecutó sus deberes tan expertamente que su oficial superior estaba totalmente complacido. Śrīman Nārāyaṇa realizó cuán misericordioso era Kṛṣṇa con él. Pensó en la misericordia que Kṛṣṇa derramó sobre Pūtanā al darle la posición de una nodriza en Goloka Vṛndāvana, y comenzó a llorar. Entonces, recordó este verso:

aho bakī yaṁ stana-kāla-kūṭaṁ

  jighāṁsayāpāyayad apy asādhvī

  lebhe gatiṁ dhātry-ucitāṁ tato ‘nyaṁ

  kaṁ vā dayāluṁ śaraṇaṁ vrajema


Śrīmad-Bhāgavatam 3.2.23

“Oh, cómo me refugiaré en uno más misericordioso en Él, quien le concedió la posición de una madre a la demonia (Pūtanā), aun cuando ella fue infiel y preparó un veneno mortal para ser chupado de su pecho.”


Śrīman Nārāyaṇa Prabhu tomó un voto solemne en su mente, “¿Por qué desperdiciar mi vida? Voy a abandonar este empleo y me ocuparé solamente en el bhajana del Señor.”
Cuando Śrīman Nārāyaṇa Prabhu le reveló su mente a Śrīpāda  Narottamānanda Prabhu, este último le dijo, “Tivariji, es cierto. Hay tantos ejemplos en las escrituras de Bhagavān Mismo viniendo a servir a Su devoto.”
“Oh, Prabhu, ¿puede darme un ejemplo?” 
Entusiasmado por la ansiedad del joven por oír los pasatiempos de Bhagavān y Sus devotos, Śrīpāda Narottamānanda Prabhu citó el verso 9.22 del Bhagavad-gītā:

  ananyāś cintayanto māṁ ye janāḥ paryupāsate

  teṣāṁ nityābhiyuktānāṁ yoga-kṣemaṁ vahāmy ahaṁ


“Sin embargo, a aquellos que están siempre absortos en pensamientos acerca de Mí y que Me adoran con devoción exclusiva por todos los medios, Yo Mismo les proveo lo que necesitan y les preservo lo que tienen”.



La historia de Arjuna Miśra

Había una vez un devoto puro llamado Arjuna Miśra, quien era un brāhmaṇa muy pobre. Cada mañana, él acostumbraba ejecutar su bhajana y luego pasaba dos horas escribiendo un comentario sobre el Śrīmad Bhagavad-gītā antes de salir a mendigar.
La esposa de Arjuna Miśra preparaba los alimentos colectados por su esposo; los ofrecía a su deidad de Bhagavān, Śrī Gopīnātha; le daba el mahā-prasāda a su esposo con gran atención y luego tomaba con gran satisfacción el  prasāda que quedaba. Esta era la modalidad constante de los dos, quienes estaban plenamente satisfechos considerando que su pobreza era un regalo de Śrī Bhagavān. De esta manera, su vida transcurría bienaventuradamente.
Prácticamente, todas sus ropas estaban hechas jirones, y solo poseían un dhotī adecuado para usar fuera de la casa. Cuando el esposo estaba mendigando, la esposa usaba una tela harapienta. Cuando él estaba en casa y ella necesitaba salir, ella se ponía el dhotī.
Un día, una vez concluido su bhajana matutino, Arjuna Miśra se sentó a escribir su comentario sobre el Bhagavad-gītā, verso 22:

  ananyāś cintayanto māṁ ye janāḥ paryupāsate

teṣāṁ nityābhiyuktānāṁ yoga-kṣemaṁ vahāmy aham


“Sin embargo, a aquellos que están siempre absortos en pensamientos acerca de Mí y Me adoran con devoción exclusiva por todos los medios, Yo Mismo les proveo lo que necesitan y les preservo lo que tienen”.

Al reflexionar sobre esto, la mente de Arjuna Miśra quedó perpleja ante una gran duda que no podía resolver. Él pensó, “¿Satisfará esa Persona, Svayaṁ Bhagavān, el único amo de todo el universo, las necesidades de quienes están ocupados en Su bhajana y preservará lo que tienen…? No, esto no puede ser cierto. ¿Por qué, entonces, mi es situación así? Yo dependo completamente de Él y, con devoción exclusiva, he ofrecido todo a Sus pies de loto. ¿Por qué tengo que sufrir esta miseria de la pobreza?’ Las palabras ‘Yo Mismo les proveo lo que necesitan a quienes están ocupados en Mi bhajana (nityābhiyuktānāṁ yoga-kṣemaṁ vahāmy aham)’ no pueden haber sido habladas por Bhagavān; alguien debe haberlas cambiado.” Arjuna Miśra trató de resolver este dilema mediante la fuerza de su propia inteligencia, pero sus dudas y perplejidad solo crecieron. Acto seguido, el tachó esta línea con tres rayas con su lápiz rojo y salió a mendigar.
Ahora, el muy compasivo Bhagavān, quien protege a las almas rendidas, vio aparecer la duda en la mente de Su devoto. Asumiendo la forma de un niño de tez negruzca, muy tierno y hermoso, Él llenó dos canastas con una generosa cantidad de arroz, dāl, vegetales, ghī y muchas otras cosas; ató las canastas a los extremos de una caña de bambú y personalmente las transportó sobre Sus hombros hasta la casa de Arjuna Miśra.
Como la puerta estaba cerrada, Él golpeó varias veces, llamando en voz alta, ‘¡Oh, Madre! ¡Oh, Madre!’ La brāhmaṇī oyó el llamado, pero por estar sola en su casa y usando su única tela harapienta, ella consideró que era mejor no abrir la puerta. El niño continuó golpeando y llamando hasta que la mujer, sin otra alternativa, abrió tímidamente la puerta. Cargando el peso de las dos canastas llenas, el muchacho ingresó al patio, puso la carga sobre el piso y se quedó de pie a un costado. Śrī Bhagavān, disfrazado como un niño, dijo, “Madre, Paṇḍitjī (el brāhmaṇa Arjuna Miśra) ha enviado estas provisiones. Por favor, llévalas adentro.”
La brāhmaṇī mantenía la cabeza gacha, pero al oír las palabras del niño, levantó la mirada y vio allí en el patio las dos enormes canastas llenas con más vegetales y granos que lo que jamás había visto en su vida. Ante los repetidos pedidos del niño, ella las llevó a una cámara interna en la casa. Mirando constantemente la hermosa cara del niño, ella estaba completamente feliz. “¡Oh, qué hermoso es su rostro! ¿Cómo puede un niño tan oscuro poseer una belleza tan exquisita?” Ella nunca se había imaginado tanta belleza. Asombrada y transfigurada, se puso de pie. Entonces, notó que sobre el pecho del niño había tres cortes que sangraban. Parecían heridas de un arma afilada. Su corazón se perturbó enormemente, y exclamó, “¡Ay, hijo! ¿Quién pudo ser tan cruel para hacerte estos cortes sobre el pecho? ¡Inclusive un corazón de piedra se derretiría al solo pensar en herir un cuerpo tan tierno y suave!”
Śrī Kṛṣṇa, disfrazado como el niño, dijo, “Madre, mientras te traía estos alimentos, me demoré y tu esposo me castigó de esta manera.”
Con sus ojos llenos de lágrimas, la brāhmaṇī dijo, “¡Qué! ¡¿Él infringió estas heridas sobre tu pecho?! Cuando regrese, va a tener que explicarme cómo pudo haber hecho algo tan brutal. Hijo mío, no te aflijas. Quédate aquí que yo voy preparar algo para comer, y tú podrás tomar prasāda de Ṭhākurajī.” La brāhmaṇī sentó al niño en el patio y fue a la cocina a preparar la ofrenda. Kṛṣṇa, entonces, pensó que el propósito por el cual Él había traído esos alimentos se había cumplido, “Cuando el brāhmaṇa regrese, podrá comprobar la autenticidad de Mis palabras y nunca volverá a dudar.” Así, habiendo hecho los arreglos para disipar las dudas de Su devoto, Kṛṣṇa desapareció.
Ese día, a pesar del gran esfuerzo, el brāhmaṇa no pudo colectar nada. Ya sin esperanzas, regresó al hogar, considerando que la situación no era sino el deseo de Ṭhākurajī, su deidad. Cuando golpeó la puerta, su esposa abrió la puerta trasera. Como él sabía que no había alimentos en la casa, quedó sorprendido al ver a su esposa cocinar. “¿Qué estás cocinando…? ¿Cómo es que has conseguido alimentos…?” 
Asombrada, ella respondió, “Bien, tú mismo enviaste provisiones para seis meses con ese niño… ¡¿Por qué preguntas?! Nunca me imaginé que tendrías un corazón de piedra. ¿Cómo pudiste hacerle esos tres cortes sobre el pecho? ¿Acaso, no tienes misericordia?”
El brāhmaṇa estaba atónito. “¡¿De qué hablas?! ¡Yo no envíe nada ni lastimé a ningún niño! Por favor, explícate”.
La brāhmaṇī, entonces, le mostró a su esposo la pila de provisiones traída por el niño. Luego, ella lo llevó al patio para mostrarle al niño y sus cortes, pero el niño ya no estaba allí… Ella buscó por toda la casa sin suerte… ¿Adónde se había ido? La puerta del patio estaba cerrada, al igual que antes que el niño viniera. Esposo y esposa se miraron el uno al otro sorprendidos. 
La situación comenzó a aclararse para Arjuna Miśra, cuyos ojos comenzaron a derramar lágrimas sin cesar. Después de lavarse las manos y los pies, entró en el cuarto de la deidad y abrió su Bhagavad-gītā. Las tres rayas con las que él había tachado la línea “‘Yo Mismo les proveo lo que necesitan a quienes están ocupados en Mi bhajana” habían desaparecido. Sus dudas se habían disipado por completo, y, sobrecogido por la felicidad, salió del cuarto de la deidad llorando. 
“¡Querida, eres tan afortunada! ¡Hoy viste directamente a Śrī Gopīnātha, quien trajo todo esto personalmente! ¿Cómo podría yo haber conseguido tanto simplemente por mendigar? Acto seguido, le explicó a su esposa, “Esta mañana, mientras escribía mi comentario al Bhagavad-gītā, dudé de una declaración de Bhagavān y taché algunas palabras con tres rayas de tinta roja. Ese es el motivo por el cual el tierno pecho de ese dulce muchacho que tú viste, nuestro Ṭhākurajī Gopīnātha, estaba marcado por esos tres cortes. Él es supremamente compasivo, y pasó por un problema considerable para probar la autenticidad de Sus declaraciones y remover las dudas de los ateos como yo”.
Su garganta se asfixió, y no pudo seguir hablando. Abrumado por el amor, él exclamó, “¡Oh, Gopīnātha! ¡Oh, Gopīnātha!”, y luego se desmayó. De pie frente a la deidad de Śrī Gopīnātha, la brāhmaṇī enmudecida comenzó a derramar lágrimas. 
Después de un rato, Arjuna Miśra recobró la conciencia. Tomó un baño, ejecutó sus deberes diarios, Le ofreció a Śrī Gopīnātha lo que su esposa había cocinado, y con mucho amor ambos aceptaron los remanentes. 
El continuó escribiendo el comentario al Gītā día tras día, inmerso en amor a Dios.
En su comentario al Bhagavad-gītā, nuestro ācārya previo, el séptimo Gosvāmī, Śrīla Bhaktivinoda Ṭhākura, cita a Kṛṣṇa diciendo: “No deberías pensar que los tres tipos de adoradores fruitivos alcanzan la felicidad y que Mis devotos sufren. Mis bhaktas piensan solo en Mí, sin desviación. Para el mantenimiento de sus cuerpos, ellos aceptan cualquier cosa que sea favorable para Mi bhakti y rechazan todo lo que es desfavorable. De este modo, ellos son nitya-abhiyukta, siempre unidos a Mí por el amor devocional. 

Libres de deseos egoístas, Me ofrecen todo exclusivamente a Mí. Solo Yo los mantengo, suministrándoles toda su riqueza y todos los otros requerimientos. Desde un punto de vista externo, aparecen existir similitudes entre los adoradores motivados materialmente (pratīka-upāsakas) y Mis bhaktas, quienes solo aceptan lo que es favorable para Mi servicio. Sin embargo, existe una gran diferencia entre los dos. Yo les llevo el yoga (progreso) y kṣema (mantenimiento) a Mis bhaktas, inclusive si ellos no tienen deseos mundanos. El beneficio especial que Mis bhaktas reciben es que, por Mi misericordia, ellos disfrutan todos los objetos de los sentidos sin pasión, y finalmente alcanzan la bienaventuranza eterna. Los pratīka-upāsakas, sin embargo, regresan nuevamente al campo del karma después de disfrutar los placeres sensuales. Ellos no logran la bienaventuranza eterna. Yo soy indiferente a todos los acontecimientos mundanos, pero por afecto a mis bhaktas, Me complazco en ayudarlos en todo respecto. Así, no hay ofensas por parte de Mis bhaktas porque ellos no Me oran por nada excepto Mi favor. Yo Mismo satisfago sus requerimientos personalmente.”

“Hay otra historia verdadera de Śrī Bhagavān viniendo a servir personalmente a Su devoto puro,” dijo Śrīpāda Narottamānanda: la historia de Padmavati y Jayadeva”.

La historia de Padmavati y Jayadeva

Jayadeva fue un poeta bengalí del distrito de Birbhum y un gran devoto de Sus Señorías Śrī Śrī Rādhā-Mādhava. Se ha registrado que fue un paṇḍita de la corte durante el reinado de Rāja Lakṣmaṇa Sena de Gauḍa. Durante la vida de Jayadeva y Padmavati, tantos incidentes ocurrieron relacionados con la devoción pura de ambos que el Señor estaba muy complacido con ellos. 
Él se encontraba en Champahati cuando escribió su eterna poesía: el Gīta-govinda. Siempre absorto en los pasatiempos de Rādhā y Kṛṣṇa, su apego por Sus Señorías se incrementaba día a día y así, flotando sobre las olas del kṛṣṇa-prema, compuso este libro lleno de versos increíbles llamado Gīta-govinda. Mientras escribía, Jayadeva describió y reveló varios rasas y bhāvas, pero aun así le faltaba el toque de khaṇḍita-madhura-rasa. Sin embargo, en cierto punto, él no tuvo el coraje de describir al Señor Kṛṣṇa tocando los pies de Śrīmatī Rādhikā. 
Un día en el que Jayadeva había salido para tomar su baño en el mar, el Señor Kṛṣṇa Mismo, asumiendo la forma de Jayadeva, entró en su habitación y escribió el verso “Dehi pada pallavam udaram en el manuscrito de Jayadeva. Padmavati, sorprendida al ver que Jayadeva (el Señor Kṛṣṇa) había regresado tan pronto de su baño, dijo, “¿Qué pasa? Te fuiste hace tan solo unos minutos. ¿Por qué has regresado tan pronto?”
El Señor Kṛṣṇa, disfrazado como Jayadeva, respondió, “En mi camino al mar, se me ocurrió algo. Como no quise olvidarlo, regresé para escribirlo. Pronto después de que el Señor Kṛṣṇa Se fuese, Jayadeva volvió de su baño. Confundida al ver a Jayadeva de nuevo y tan pronto, Padmavati le dijo, “Saliste por tu baño y volviste enseguida para escribir algo en tu libro… y volviste a irte hace tan solo unos minutos. ¿Cómo pudiste terminar tu baño y volver tan rápido? Me gustaría saber quién fue la persona que vino aquí a escribir una nota en tu libro y quién es la persona que está aquí ahora.” Entendiendo el significado del incidente narrado por Padmavati, Jayadeva entró inmediatamente y abrió su manuscrito. La escritura divina reveló la presencia de su Señor Śrī Kṛṣṇa. Él experimentó tal éxtasis amoroso que las lágrimas comenzaron a caerle por el pecho. Entonces, llamó a su esposa y le dijo, “Eres la persona más afortunada porque has alcanzado la meta de tu nacimiento. Tuviste el darśana del Señor Kṛṣṇa, pero yo soy un alma tan caída que he sido privado del darśana de Su Ser manifestado.”





 Traducción al español: Amrtananda das

Publicado con la autorización expresa de 

Sripad Bhaktivedanta Madhava Maharaja

 

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